Hace unos meses, Luis Illán Vidal, responsable de Cesur Murcia Audiovisual, me propuso el realizar un artículo. Las RR.SS, en concreto Facebook unió nuestros caminos tras establecer contacto con nuestra asociación Mediterrànea Audiovisual. En esos momentos, buscaba profesores sobre el nuevo centro de formación audiovisual, y nosotros le ayudamos con un mailing a cuantos profesionales creímos podrían estar interesados. Hoy ya es una realidad y Murcia dispone de un nuevo centro de formación profesional especializado en audiovisual en concreto con Técnico de Vídeo Dis-jockey y sonido, Animación 3D, juegos y entornos interactivos, realización de proyectos audiovisuales y de espectáculos y sonido para audiovisuales y espectáculos.
Tenía completa libertad, y eso es igual que encontrarme con un folio en blanco, al final, y aunque muchas ideas me vinieron a la cabeza, decidí llevar la vista atrás y hacer una exposición de los cambios audiovisuales vinculados con mi propia trayectoria profesional hasta ser productora y gestora cultural.
Nací en Alicante al principio de la década de los 80, en esos momentos la realidad de España era, un canal de televisión TVE y la principal experiencia de ocio era el cine, al que se asistía de forma masiva durante el fin de semana en un evento colectivo de ocio, donde siempre habían colas, en salas de más de 500 personas mirando la pantalla y viviendo y disfrutando la historia elegida, un espacio de complicidad colectiva fascinante que hoy por ejemplo sucede en contadas ocasiones, y en la mayoría de casos, se incorpora la incomodidad por la costumbre de disfrutar prácticamente sola la película. Hoy quizás queda alguna de estas salas en las ciudades de España, pero en la mayoría de los casos las multisalas y los centros comerciales son la realidad actual en una cartelera que repite los mismos títulos, donde se mantienen sobre todo los blockbuster, y donde el cine americano sigue siendo la mayor prioridad de las carteleras, grandes superproducciones con efectos especiales, pero historias la mayoría de veces insulsas, y aburridas donde la imagen es espectacular pero no existen apenas diálogos y parece que estás viendo una película muda como fueron los inicios del cine, pero hoy estas películas son clásicos que se disfrutan siempre mientras que pocas se recordarán seguro dentro de 40 años.
Mi adolescencia giró entorno como sucede ahora de la música, pero con el casette y el walkman hasta aparecer la mini-cadena o la radiocasette. La pandilla era super importante y si no había cine, era prioridad el alquilar una película en el videoclub o ver alguno de los programas, para jóvenes, en la tele con la aparición de nuevas cadenas Antena3 y Telecinco. Los fines de semana me encantaba madrugar, toda la mañana había dibujos y series como Alf, El príncipe de Bell Air y 90210 y durante un tiempo incluso después del Telediario podríamos ver Dragones y Mazmorras. Los años pasaban lentos, y los veranos se hacían eternos, un verano incluso hicimos nuestro primer corto de vampiros, que quedo inacabado porque se grabó con VHS y el montaje era imposible. Tras acabar el instituto, hubo que enfrentarse a la realidad de hacerse adulto y que estudiar. Hoy la realidad de las nuevas generaciones está mucho más marcada, y desde muy pequeños les inculcan ser competitivos. Además, la mayoría tienen una rutina horaria que los mantiene ocupados prácticamente toda la semana, sus momentos de ocio son individuales, el ordenador, la Tablet y el móvil con el wasap y las RR.SS han pasado a ser las protagonistas mientras nosotros utilizábamos mensajes en hojas de papel, la calle era protagonista, bolsas de pipas y chuches; nos entreteníamos, charlábamos o dejábamos volar la imaginación con ideas imposibles.
Cuando tuve la edad para ir a la Universidad, la prioridad de la mayoría de los jóvenes españoles después de que muchos de nuestros padres no pudieron alcanzar la enseñanza superior, era estudiar una carrera, y la FP era muy testimonial. Siempre mi realidad se ha vinculado al audiovisual, al cine. Recuerdo querer ser actriz, vivir mil vidas, ser mil personajes, pero no realicé formación alguna, y mis padres tampoco le dieron mucha credibilidad y estaban en lo cierto. Al final ha sido mi realidad personal la que ha marcado mi camino. Tras la selectividad, un desastre, elegí una carrera de las existentes en Alicante. Ninguna me interesaba, ninguna me atraía, y mi nota de corte no me ayudó mucho. Al final entré en Turismo, pero al finalizar el primer cuatrimestre, decidí abandonarlo todo, y con ello mi vida en Alicante. Era 1999 y había echado el ojo a la carrera de Comunicación Audiovisual, me atraían los contenidos y sobre todo las salidas profesionales, el problema era que mi nota de corte no me facilitaba entrar en Valencia, la única universidad donde existía la carrera. Eran sin embargo los inicios de una universidad privada en Murcia, la UCAM, y decidí probar suerte y echar la solicitud. Fueron cuatro años, intensos, complicados, pues tome la decisión de trabajar y estudiar para poder costear la carrera, era mi elección, y aunque todavía no sabía a qué iba a dedicar mi vida, si tenía claro, que yo quería trabajar y formar parte de la magia de los medios de comunicación. Durante esos 4 años, tuve claro que la cámara no era mi amiga, pero que me encantaba la organización y la planificación. Fueron los profesores lo que al final me fueron decantando por la producción, y esa ha sido al final mi realidad. La televisión era protagonista de la carrera, y aunque eché de menos que el cine tuviera más protagonismo, fue una etapa interesante de independencia y supervivencia. Mis primeras prácticas al acabar la carrera fueron en la Televisión Murciana que hoy, ironías del destino, acogen el FP de Audiovisuales.
Fuente y autor:
Bea Martínez – productora y gestora cultural